martes, 17 de marzo de 2009

Ensayo sobre Rodolfo Walsh

Homenaje a un periodista de acción


“Una noche asfixiante de verano, frente a un vaso de cerveza, un hombre me dice: -“Hay un fusilado que vive”.
No se que es lo que consigue atraerme en esa historia, difusa, lejana, erizada de improbabilidades. No se por qué pido hablar con ese hombre, por qué estoy hablando con Juan Carlos Livraga”.

La afirmación de un fusilado que vive llamó la atención de Rodolfo Walsh mientras jugaba al ajedrez en un bar de La Plata.Ya no hubo punto de retorno, el periodista, escritor y militante estaba interesado en conocer a aquella persona que regresó de la muerte.
Así es como nace “Operación Masacre”, el primer ejemplar mundial de la novela periodística pese a que los laureles hayan sido atribuidos a Truman Capote con su novela “A Sangre Fría”.
Rodolfo Walsh nació el 9 de Enero de 1927 en la localidad de Choele-Choel, provincia de Río Negro. Proveniente de una familia de irlandeses, durante su niñez estudió en la escuela religiosa de Capilla del Señor y estuvo como pupilo en el Instituto Faghi de Moreno, creado para huérfanos e irlandeses pobres. La escuela secundaria la completó en Buenos Aires donde arribó en 1941.
Luego, Rodolfo inició sus estudios en filosofía que tiempo más tarde abandonaría para repartirse en diferentes oficios: oficinista de un frigorífico, lavacopas, vendedor de antigüedades, criptógrafo, limpiador de ventanas, obrero y un apasionado jugador de ajedrez. Finalmente, consiguió trabajo como corrector en la Editorial Hachette y así comenzó su carrera como periodista, que poco a poco, fue convirtiendo en “periodista de raza” como le gustaba decir a él.
Su vida fue muy cambiante, fiel a su estilo rebelde, de joven tuvo su momento gorila y entre 1945 y 1947 participó en la organización de derecha “Alianza Libertadora”.
Sin dudas la obra más trascendente de Walsh fue Operación Masacre que funcionó como un libro de acción tratando de producir cambios en la sociedad y que mostró lo que la Revolución Libertadora hizo por ejemplo, en José León Suárez.
En 1957, Walsh da el puntapié inicial en su encuentro con el Sr. Livraga quien, luego de salvarse de ser fusilado, le cuenta su increíble historia. Historia que comenzó cuando el 9 de Junio de 1956, los generales Tanco y Valle se sublevaron contra el gobierno de facto que había destituido a Perón en Septiembre de 1955. El levantamiento fue reprimido brutal e ilegalmente.
Fueron varios los muertos, de los cuales solo siete cayeron en acción. En los basurales de José León Suárez un grupo de civiles, algunos de ellos relacionados vagamente con la conspiración y el resto ajena a ella, fueron masacrados a balazos antes de que se dicte la ley marcial. Solo unos pocos lograron escapar de la muerte como por ejemplo Livraga y Giunta luego de ser terriblemente torturados.
Operación masacre fue publicada en forma de notas en el diario “Mayoría” y poco después como libro.
A partir de su valor, de sus denuncias periodísticas, Walsh debió cambiar ciertos hábitos, abandonó su casa, trabajo, obtuvo una cedula falsa con el nombre de Francisco Freyre, un amigo le prestó un rancho en la localidad de Merlo, comenzó a portar un arma de corto calibre, etc. Sus investigaciones lo pusieron bajo la lupa y poco a poco comenzó a ser perseguido.
Pese a esto, Walsh siguió metiéndose en nuevos líos y en 1969 se publicó “¿Quién mató a Rosendo?”. Un año antes se lo conoció a partir de una serie de notas en el semanario CGT donde Walsh era el director.
Vandor, líder de la CGT por esos días, quería un peronismo sin Perón, los líderes más combativos peleaban por la vuelta del caudillo y en esa confrontación, el 13 de Mayo de 1966, en una pizzería de Avellaneda llamada La Real se produjo el crimen de Rosendo García, miembro de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y fiel aliado a Vandor.
Walsh logra probar que no hubo tal enfrentamiento entre los grupos antagónicos sino un feroz ataque del grupo vandorista a sus opositores. A partir de entrevistas a diferentes sobrevivientes, de diversas y exhaustivas pericias en el lugar, Walsh descubrió que los tiros que mataron a Rosendo García provenían de su mismo grupo y no de sus rivales como se pensaba en un principio.
Otro de los casos investigados por Rodolofo Walsh fue la muerte de Marcos Satanowsky que desencadenó una investigación periodística entre Junio y Diciembre de 1958 y que se conoció en la revista “Mayoría”. En 1973, Walsh publicó una actualización de las 28 notas en forma de libro llamado “Caso Satanowsky”.
Marcos Satanowsky, prestigioso abogado, es acribillado en su oficina a plena luz del día y en presencia de más de veinte testigos por tres matones enviados el 13 de Junio de 1957 por el General Cuarenta. Satanowsky era abogado de Peralta Ramos, accionista principal del diario La Razón que durante el gobierno peronista no había logrado pasar a ser parte del Estado.
La muerte del abogado era la forma de presionar a Peralta Ramos para que entregara las acciones del diario. A partir de sus investigaciones, Rodolfo Walsh señaló a los autores e instigadores del asesinato del Doctor Satanowsky.
Walsh aseguró que fue un crimen oficial, que hubo pasividad judicial y encubrimiento policial. Señaló también a Marcelino Castor Lorenzo, alias “el huaso” como uno de los ejecutores materiales del abogado y que el móvil del crimen giró en torno a la propiedad del diario La Razón. Por último, acusó al general Cuarenta y a la “Secretaría de Inteligencia del Estado” (SIDE) de querer apoderarse del diario.




¿Peronista? No señor

Walsh juró una y mil veces que no era peronista como mucho de sus detractores creían y acusaban sin embargo, hay varios indicios que afirman su reivindicación. Algunos de esos ejemplos son su participación en el diario de la CGT o la férrea defensa que hizo de los obreros.
Vale precisar que, Walsh provenía de la derecha, incluso llego a celebrar el golpe del 55 que derroco al general Perón pero factores externos como la Revolución Cubana (Rodolfo trabajo en la isla junto a Jorge Masetti en lo que se conoció con el nombre de “Prensa Latina”, una agencia de noticias) o aspectos internos terminaron por torcer su posición ideológica. Walsh ve como la derecha golpea incesantemente al peronismo, lo acorrala, lo persigue y lo proscribe.
En la década del 60, Walsh se interesó por el robo del cadáver de “Evita” a manos de la Revolución Libertadora y escribe “Esa Mujer”. Allí realiza un relato de la ex esposa del General Perón con la novedad que en ningún momento da el nombre y apellido sino que simplemente fue “esa mujer”.
Su compromiso social se afianzó con el correr de los años y finalmente, terminó por unirse a la resistencia peronista contra el gobierno dictatorial de Onganía. Tiempo después pasaría formar parte de las filas montoneras.
Luego del golpe del 76, el periodista siguió militando en Montoneros sin embargo había ciertas políticas internas con las que no iba a concordar. Ese mismo año creó ANCLA, una organización de noticias clandestinas donde denunciaba torturas y desapariciones llevadas a cabo por la dictadura. Pero sin dudas, uno de los golpes más duros de su vida fue la muerte de su hija María Victoria o simplemente Vicky. Ella y un amigo se suicidaron antes de ser arrestados y torturados por militares. Walsh sabia que su vida corría peligro entonces marchó junto a su esposa Lilia Ferreira a la localidad de San Vicente.

Sus últimas horas

Con motivo del primer aniversario del golpe militar, Walsh tenía pensado escribir una carta dedicada a la Junta Militar y difundirla en la sociedad con las conclusiones del nefasto gobierno de facto a un año de la toma del poder. Tenía la información y pensaba ofrecerla.
El 24 de Marzo de 1977, un día antes de cumplirse el aniversario del golpe, Walsh tenía lista la carta concluida con las primeras copias y además había finalizado un nuevo libro llamado “Juan se iba al río”.
Ese 25 de Marzo sería su último día, se levantó temprano, desayunó con su esposa y a las 12 del mediodía tomaron el tren en la estación de San Vicente rumbo a Capital Federal, Lilia llevaba consigo las cinco copias de la carta.
Un rato más tarde, llegaron a la estación de Constitución y en la esquina la pareja se separó. Walsh dió media vuelta, sonrió, levantó la mano y Lilia le dijo: -“no te olvides de regar las lechugas”. Esa fue la última vez que estuvieron juntos.
Walsh encontró la muerte en el barrio de San Cristóbal en una de las esquinas de las avenidas San Juan y Entre Ríos. El periodista asistió a ese lugar tras recibir una carta donde una compañera de la agrupación Montoneros le pedía ayuda. Ni lerdo ni perezoso, Walsh llevaba junto a si una pistola de bajo calibre, sabía que podía ser una trampa, y efectivamente así sería. Astiz, que estaba en el grupo de tareas de mecánica de la armada, tenía la idea de tacklearlo sin embargo, en ese instante se produjo un momento de confusión, los militares no reconocieron a primera vista a Walsh dado que estaba vestido como jubilado, con un sombrero de paja, camisa y pantalón marrón. Finalmente, uno de los represores logró reconocerlo y rápidamente dió la orden de detenerse. En ese instante, Walsh empuñó su arma pero no logró evitar que una ráfaga de disparos lo partiera en dos. Horas después, llegó muerto a la Escuela de Mecánica de la Armada.
Han pasado treinta años y su cuerpo no ha aparecido aún, lo último que se supo de él es que permaneció tirado en los pasillos de la escuela con el cuerpo lleno de plomo.
Los culpables tienen nombre y apellido, Astiz el secuestrador y el ex comisario Ernesto Weber quien dió el golpe de gracia.
Walsh pagó su irreverencia con su vida pero dejó una huella muy difícil de borrar, trazó una línea a seguir por futuros periodistas y como deben actuar, dando testimonio en los momentos difíciles, siendo un periodista comprometido con su época.

CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSHA LA JUNTA MILITAR
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada. En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022 Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

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