martes, 17 de marzo de 2009

Seminario de Informática y Sociedad - Una mirada sobre la técnica a partir de diferentes autores

Tomando como punto de partida a Martin Heidegger, voy a comparar el modo que adoptó la técnica en la Grecia clásica y en el período moderno.
Heidegger cuando piensa en la técnica o teknhe la define como: “forma en que desocultamos el mundo a fin de que este se haga presente ante nuestra percepción sensorial y conciente”.
El origen de la palabra teknhe aparece como un modo de vivir de los griegos clásicos: un arte de vivir que despliega un espacio donde el mundo se hace visible, audible.
En la Grecia antigua, Heiddeger habla de una relación con la técnica de de carácter poietico es decir coproducente, donde produce la realidad junto con la naturaleza, con la physis. Póiesis es producir. En la modernidad ya no hablamos de teknhe poiética sino provocante o emplazante es decir, el develamiento sobre las cosas se da de modo contable, aptas para ser calculadas y administradas.
Pero para poder llegar a pensar en el carácter instrumental de la técnica, se dieron una serie de cambios que según Lewis Mumford tuvieron comienzo a partir del siglo XIII, momento que se inventa el reloj mecánico, y que trajo enormes novedades como la gestación de una nueva mentalidad que sirvió como preparación para el advenimiento del Siglo de las Luces y la revolución industrial. Algunos de esos elementos fueron cambios en la concepción del tiempo (marcando por la abstracción y disociado de secuencias orgánicas, regularizado y contabilizado), del espacio, de los hábitos de abstracción que impulsa el capitalismo, la separación de lo anímico de lo mecánico, etc.
La modernidad también trajo como novedad el principio de la utilidad. George Bataille va a explicar la razón de los intercambios económicos cuestionando que la razón de ser del intercambio sea reducible a los procesos de producción y conservación de bienes. Entonces va a hablar de “gasto improductivo”, aquel que no tiene por objeto la conservación de la vida ni su reproducción, y que excluyó los modos de consumición que sirven como medios de producción y que se denominó derroche. Un ejemplo de esto son el lujo, el ornamento, la guerra, etc. El gasto improductivo es simbólico, alejado de la lógica de la contabilidad racional que puede llevar al individuo a la muerte. Este intercambio simbólico esta ligado a la pasión.
Bataille, para mostrar la función simbólica del gasto refiere al “Potlach”, forma de intercambio, una ceremonia en la que el jefe de un clan presenta ante el jefe de un clan rival, bienes de gran valor, para donarlos o destruirlos. El jefe rival debe devolver la ceremonia con creces para no ver disminuido su rango y poder. Lo que se busca es la obtención de un rango que pone al borde de la ruina no solo a los clanes involucrados sino también, a la sociedad, porque el resultado de ello es la pérdida de la riqueza a nivel general.
Entonces, podemos pensar que en el siglo XVII se sientan las bases para el optimismo de la técnica el cual, viene de la mano, no solo de una concepción diferente de la técnica a lo largo del tiempo sino también de la idea de progreso que según John Bury surge en la modernidad por diferentes causas y que se va formando una primera versión a partir de Descartes. Los griegos no concebían la idea de progreso por su veneración hacia el pasado y su concepción circular del tiempo. En la Edad Media, si bien se piensa en un tiempo humano lineal entre la creación y el juicio final, no hay, tampoco, una idea de progreso porque todos llegaremos de la misma manera al día del juicio final. Además, por la idea del pecado capital y de la “Providencia” que impide que se piense el progreso tal como se da en la modernidad donde se retoma la idea de linealidad del tiempo y el imperativo del avance, que resulta parte del discurso que pregona la técnica moderna, del progreso ilimitado que no esta orientado por la ética, por la política o por necesidades humanas sino por el mercado como dice Hans Jonas. En la antigüedad, la cuestión ética estaba por encima de lo técnico sin embargo, el siglo XX, luego de las dos guerras mundiales y más tarde con la bomba de Hiroshima, comenzó a poner en duda la idea de progreso.
Murray Bookchin, en “Ecología de la libertad”, también plantea la cuestión de hasta que punto en la década del 50 luego de las dos guerras, hace que empiecen a aparecer cuestionamientos a la idea de progreso. Pero cada nueva técnica, cada nuevo instrumento aparece como una promesa de futuro. Esta persistencia en las promesas de futuro es un rasgo fundamental de una sensibilidad técnica que no fue siempre igual a lo largo del tiempo y que Carl Mitchan analiza en tres formas de ser con la técnica que se han ido superponiendo una sobre otra.
El primer modo lo llamó “Escepticismo antiguo” y se caracterizó por una posición de desconfianza por la técnica. “La técnica es necesaria pero peligrosa” decían los antiguos griegos.
La segunda forma la llamó “Optimismo Ilustrado”, “la técnica es naturalmente buena o en todo caso neutral, si hay problemas se debe al mal uso de esa técnica”. Esta sensibilidad frente a la técnica es según Mumford producto de esa preparación cultural que combina la ciencia moderna con la idea del progreso, la tendencia a la cuantificación, el capitalismo, la conversión del tiempo orgánico en tiempo abstracto, etc. Pero retomando la idea de la neutralidad o no de la técnica, hay varios autores que consideran que la técnica no puede ser nunca neutra. En esta línea se ubican Bookchin y también, Umberto Galimberti que argumenta que la técnica construye y modela el mundo que habitamos y en ese habitar nos modela también a nosotros mismos, pero no de forma neutra. Por eso Bookchin puede hablar de técnicas autoritarias y técnicas libertarias contenidas en una matriz social. Bookchin plantea que la técnica no es solo el conjunto de herramientas, aparatos, dispositivos, etc, sino también un entramado, una matriz social que los contiene, es la estrecha relación de una sociedad con los modos de operar sobre el mundo, que incluye al ser humano. Esa matriz social es un modo de ser en el mundo. Y que Heidegger llamó modo en que desocultamos al mundo.
Por último, el tercer modo de ser con la técnica, lo llamó “Desosiego romántico”, y Mitchan dice: “la técnica es fascinante y peligrosa al mismo tiempo”. Esta es una posición paradójica donde encontramos por un lado fascinación pero por el otro rechazo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario